Sélvido Candelaria presenta a MSG
La mesa de honor: Oneida González, Minerva Hernández, MSG e Isael Pérez, miembros del Comité MSG80; entre ellos, Sélvido Candelaria, Presidente de Artemiches
Correo electrónico del 30 de junio de 2010
Estimado Sélvido
Miches ha adquirido una nueva dimensión con la experiencia que pasamos en Artemiches, este fin de semana del 26 al 27.
Fue una experiencia múltiple y maravillosa.
Constaté, una vez más, el empuje de un movimiento cultural guiado por ti y Cayuco y acogido por la gente del pueblo. Noté tu involucramiento personal, apareciendo en todas partes para organizar, resolver y garantizar la buena marcha de todo. También el de Cayuco, promoviendo la artesanía como un recurso de arte, como debe ser.
Probé, una vez más, el ambiente tan acogedor del poblado, con su plaza curiosa, donde un cangrejo enorme da la pauta de la bienvenida monumental con que recibe a sus visitantes y una cancha de basquetbol sirve también para un baile de tango y para un cantante que concluye su recital tanguero con un “Mi Buenos Aires, querido” a cappella, increíble y único.
Disfruté los momentos culturales que más me impactaron, cuando, hablando sobre la tetralogía Tiempo para héroes, te oí lanzar tu teoría totalmente inédita de que soy un revolucionario por lo que no he hecho y sólo he contado.
También, cuando aprecié el esfuerzo que hicieron los hermanos Peralta Romero, en la terraza pequeña y coqueta de la casa de sus padres, tratando de hacernos consciente de la enormidad del talento de Neruda, entre ruidos de carros y motocicletas , gritería de hombres tomando tragos en la calle y el interés absoluto de los presentes (a propósito, he pensado bien la razón por la que Neruda hizo sus sonetos sin rima y he llegado a la conclusión de que no fue tanto “por joder”, como dije, sino para plantear que hay nuevas posibilidades de expresarse a través de este recurso poético, sólo que al llamarlo “soneto” y no “variaciones del soneto”, como hacen los músicos cuando toman una tonada y la adaptan a su estilo, creó la disyuntiva que ocurrió en la velada: se discutió más si sus versos eran sonetos a si ofrecían nuevas posibilidades a los poetas para crear).
No me amilané el domingo porque llovió sin tregua en el mismo momento en que llegamos a la playa para bañarnos y tuvimos que resguardarnos en la enramada del vacacional Coco Loco, bajo la austera mirada de su dueña (por nosotros ser invasores de la propiedad privada), mientras nos comíamos nuestro desayuno hecho de empanadas riquísimas y jugos súper sabrosos y no nos decidíamos a meternos en el agua de mar bajo el aguacero, aunque tuviéramos puestos debajo de las ropas nuestros trajes de baño y no había que buscar un refugio donde cambiarnos.
Sólo lamenté cuando nos despedimos. Entre los pasajeros del pequeño autobús del Ministerio de Cultura se creó un ambiente de confraternidad tal, que dio trabajo decirnos adiós y saber que, muy probablemente, varios de nosotros no nos veremos más.
Un saludo a todos: a Carlos Jiménez, el chofer; a los dos Sergios, el cantante y el bailarín, y a Milqueya, la bellísima dibujadora de movimientos extraordinarios (de tangos) en el aire; a Isael Pérez y a Oneida González (que nos abandonaron y se fueron a su propio hotel); a Eulalia Jiménez, con esa simpatía increíblemente auténtica que la caracteriza; y a mis dos queridas Minerva y Alejandra. A todos y todas, ¡felices remembranzas!
A ti, Sélvido, y a Cayuco, mi eterno agradecimiento.
Un abrazo
Doi Gautier
La mesa de honor: Oneida González, Minerva Hernández, MSG e Isael Pérez, miembros del Comité MSG80; entre ellos, Sélvido Candelaria, Presidente de Artemiches
Correo electrónico del 30 de junio de 2010
Estimado Sélvido
Miches ha adquirido una nueva dimensión con la experiencia que pasamos en Artemiches, este fin de semana del 26 al 27.
Fue una experiencia múltiple y maravillosa.
Constaté, una vez más, el empuje de un movimiento cultural guiado por ti y Cayuco y acogido por la gente del pueblo. Noté tu involucramiento personal, apareciendo en todas partes para organizar, resolver y garantizar la buena marcha de todo. También el de Cayuco, promoviendo la artesanía como un recurso de arte, como debe ser.
Probé, una vez más, el ambiente tan acogedor del poblado, con su plaza curiosa, donde un cangrejo enorme da la pauta de la bienvenida monumental con que recibe a sus visitantes y una cancha de basquetbol sirve también para un baile de tango y para un cantante que concluye su recital tanguero con un “Mi Buenos Aires, querido” a cappella, increíble y único.
Disfruté los momentos culturales que más me impactaron, cuando, hablando sobre la tetralogía Tiempo para héroes, te oí lanzar tu teoría totalmente inédita de que soy un revolucionario por lo que no he hecho y sólo he contado.
También, cuando aprecié el esfuerzo que hicieron los hermanos Peralta Romero, en la terraza pequeña y coqueta de la casa de sus padres, tratando de hacernos consciente de la enormidad del talento de Neruda, entre ruidos de carros y motocicletas , gritería de hombres tomando tragos en la calle y el interés absoluto de los presentes (a propósito, he pensado bien la razón por la que Neruda hizo sus sonetos sin rima y he llegado a la conclusión de que no fue tanto “por joder”, como dije, sino para plantear que hay nuevas posibilidades de expresarse a través de este recurso poético, sólo que al llamarlo “soneto” y no “variaciones del soneto”, como hacen los músicos cuando toman una tonada y la adaptan a su estilo, creó la disyuntiva que ocurrió en la velada: se discutió más si sus versos eran sonetos a si ofrecían nuevas posibilidades a los poetas para crear).
No me amilané el domingo porque llovió sin tregua en el mismo momento en que llegamos a la playa para bañarnos y tuvimos que resguardarnos en la enramada del vacacional Coco Loco, bajo la austera mirada de su dueña (por nosotros ser invasores de la propiedad privada), mientras nos comíamos nuestro desayuno hecho de empanadas riquísimas y jugos súper sabrosos y no nos decidíamos a meternos en el agua de mar bajo el aguacero, aunque tuviéramos puestos debajo de las ropas nuestros trajes de baño y no había que buscar un refugio donde cambiarnos.
Sólo lamenté cuando nos despedimos. Entre los pasajeros del pequeño autobús del Ministerio de Cultura se creó un ambiente de confraternidad tal, que dio trabajo decirnos adiós y saber que, muy probablemente, varios de nosotros no nos veremos más.
Un saludo a todos: a Carlos Jiménez, el chofer; a los dos Sergios, el cantante y el bailarín, y a Milqueya, la bellísima dibujadora de movimientos extraordinarios (de tangos) en el aire; a Isael Pérez y a Oneida González (que nos abandonaron y se fueron a su propio hotel); a Eulalia Jiménez, con esa simpatía increíblemente auténtica que la caracteriza; y a mis dos queridas Minerva y Alejandra. A todos y todas, ¡felices remembranzas!
A ti, Sélvido, y a Cayuco, mi eterno agradecimiento.
Un abrazo
Doi Gautier
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