Monday, May 10, 2010

10c Chiqui Vicioso (Coloquio): Serenata

SERENATA
Por Chiqui Vicioso
Chiqui Vicioso recibe la Medalla al Mérito Cultural MSG80
Chiqui Vicioso lee su trabajo

Reconocido como uno de los más importantes novelistas dominicanos, gentil hombre del Renacimiento, amigo, Doi Gautier decidió titular su novela sobre la familia Henríquez Ureña con el nombre de Serenata.

¿Serenata? ¿Si la novela no trataba sobre la vida de ningún músico o compositor, por que llamarla así? Cuando salio publicada le hice el comentario a mi madre, sujeto de múltiples serenatas por mi padre, un profesional del genero si así puede decirse, y ella me recordó que las serenatas son, en su organización y realización, el recuento de una historia de amor.

Primero el amante organiza las canciones para que cuenten, desde el deslumbramiento inicial, lo que le sucedió al encontrarse con la amada, luego progresa en el relato del desarrollo del sentimiento amoroso y generalmente termina con una propuesta, que un presentador amigo (no el enamorado), algo así como el narrador en una novela, explicita y somete a la consideración no solo de la amada sino de su familia, mientras el ansioso amante espera en la semi oscuridad el desenlace. La ventana que se abrirá para dar las gracias, a modo de acogida, o el hermético silencio que vaticina un posible rechazo.

Doi Gautier, asume ese papel de presentador de serenata, en el relato sobre el que, quizás, pueda considerarse como el más célebre de los romances literarios dominicanos, el de la poeta nacional y educadora Salomé Ureña, y el joven intelectual Francisco Henríquez y Carvajal. Y lo hace en una de las novelas más acuciosas, bien documentadas y apasionantes que se haya escrito en el país: SERENATA.

Es de celebrar el manejo de Doi de los tiempos, en esta novela que, como la vida, no mantiene una estructura linear. De hecho, sorprende iniciándola con un episodio prácticamente desconocido de la vida de Francisco, cuyo objetivo ulterior es reflejar el hedonismo propio de un muchacho bello y pretencioso. En esta novela Doi fluye de un personaje a otro, de un período a otro, de una manera tan bien lograda que no nos sorprende pasar de un episodio donde se narra el encuentro de Francisco y Salomé, a las reflexiones de Ramona, un personaje generalmente olvidado tanto en las biografías de Salomé como en el recuento de su evolución literaria. El rescate de Ramona en este libro es, pues, una de sus contribuciones principales.

Es evidente que en esta novela el personaje principal es Francisco Henríquez y Carvajal, a quien vamos descubriendo a través de las observaciones y reacciones de los distintos personajes de esta novela, y de sus propias reflexiones sobre Salomé, sus pasiones, sus ambiciones e infidelidades, no solo en su papel como pater familia sino en su función pública como secretario del presidente, y mediador frente a grupos de hombres alzados en armas.

Para los y las estudiosos de la vida de Salomé, el comportamiento de Francisco, sus frecuentes infidelidades, no sorprende. No se estilaba ni en ese tiempo, ni en el actual, que las mujeres fueran diez años mayor que el marido, y este hecho, que se escapó a muchos de los biógrafos de Salomé, explica los problemas surgidos posteriormente en esa relación, problemas que hasta la aparición del Epistolario de la familia Henríquez Ureña, solo podíamos intuir.

Todo aquel o aquella que sabe de amores podía predecir lo que acontecería una vez la cotidianidad amortiguara el tardío apasionamiento de Salomé por un joven en el cual nadie pensó que podría interesarse. Ese des-enamoramiento, si así puede llamarse, era difícil de publicitar en Santo Domingo, un medio donde a Salomé se le veneraba, pero imposible de evitar una vez en Paris, donde no había trabas ni presión social que pudiera sobrevivir al encuentro entre Francisco y la hija de la dueña de la pensión donde se hospedaba.

Empero esto no lo sabíamos ni Doi ni yo, aunque ambos intuyamos en el largo silencio de Salomé y el dejo de tristeza de sus últimas composiciones, que algo había acontecido, mas allá de la tuberculosis, para acallar a esa mujer reconocida por todos por la fuerza y determinación de su poesía. El Epistolario fue la confirmación de todas nuestras cavilaciones, nuestras búsquedas, nuestras especulaciones.

La narración sobre la inicial tensión erótica entre Constance y Francisco, y el proceso de enamoramiento de ambos, con todas sus reservas y complicaciones, es uno de los capítulos de esta novela mejor logrado, porque evidencia un profundo conocimiento de Doi del alma masculina, de la libido y de las secretas pasiones, como la que experimentaba Pancho frente a los caballos, como símbolos de su temprana sexualidad.

El conflicto entre el deber y la compulsión erótica esta magistralmente reflejado en esta novela, donde también la política juega un papel fundamental. No hay que olvidar que durante la vida de Salomé el país experimentó treinta y un cambios de gobierno, seis de ellos de un mismo personaje, y treinta y seis revueltas, y que la vida de Salomé estuvo afectada desde muy temprana edad por la participación política de su padre, Senador por los Azules, la cual se trastornaba con cada cambio de gobierno, pasando de la bonanza a la persecución en cuestión de meses. Es casi irónico que Salomé se haya visto sometida, como bien relata Doi, al mismo tipo de angustia con los puestos políticos de Pancho.

En esta novela Doi demuestra su absoluto conocimiento del Epistolario de la Familia Henríquez Ureña, del cual rescata, como ya dije a personajes como Ramona, (fascinante hermana mayor y protectora de Salomé), pero también al hijo mayor de Pancho y Salomé, Frank, quien generalmente no ameritó la atención de nadie hasta esta novela, y cuyas dificultades y el hecho de ser el hijo favorito de su padre, explican sus posteriores competencias fraternales con Pedro, el favorito de Salomé, y la relación de distanciamiento que posteriormente normara a éste con el padre y que se evidencia en el tono de su correspondencia …”Pancho tiene la tendencia a creerse sus propias fantasías”…

Dice Doi…”su padre era un mitómano. Un creyente de sus propias fantasías, pequeñas pretensiones envueltas en ampulosos paquetes” (Pág. 125)

Algo que deslumbra en esta novela es el cuidadoso uso del lenguaje, tanto del español de la época, como del lenguaje popular, con sus variantes regionales, tal y como lo expresa tanto el personaje Tito, lugarteniente de Pancho y posterior coronel de la Guardia, como los alzados sureños con quienes éste conversaba: “Dio diponga”. “Ute debría tar en er ejército. Y ma sabiendo de letra” (pag. 65). Ta puabe Generar…

Ese lenguaje alcanza vuelos poéticos en la descripción del paisaje, y el retrato de los estados de ánimo de Salomé y el propio Pancho:

“Tú, Salomé, eres tierra abierta, sol en acecho, y yo, ¡pobre yo!, solo soy ese cuerpo único que se asombra de tenerte! (Pág. 137).

“Su cabello se esparce, mantón deshilvanado, compás, incertidumbre para abrir las manos. Sus ojos son dos alas, alaridos de luna, escondites de gemas, brillando abrasadores…”

“Puedo sentirme dentro de la piel, el torso es un sólido al que se articulan firmemente cabeza y extremidades”…

…y nos convence de que en Doi se conjuga además del narrador, el cronista, el historiador, el hombre que entiende los profundos vericuetos de la pasión humana, también el poeta.

Tengo un solo reparo a esta novela y es el uso de la palabra “fabulación”, que se podría especular es una referencia final a Pancho dada su naturaleza de fabulador; pero que también podría entenderse como una prevención frente a la posible reacción de una familia acostumbrada a que sus prohombres y mujeres ocupen los pedestales de los parques.

A mí, por ejemplo, Don Chito Henríquez dejó de dirigirme la palabra después de que se estrenara mi obra de teatro Salomé U. Cartas a una ausencia, una adaptación de Y no todo era amor, basada en el Epistolario.

Y tengo ese reparo, porque toda novela es un trabajo de ficción, o fabulación, un ejercicio de libertad, y en este caso una expresión del amor de Doi por la poeta Salomé Ureña, (el cual nos da a conocer en sus observaciones sobre la absoluta inteligencia de Salomé para manejar a Pancho y sus ambiciones personales y de progreso, en momentos en que sentía decaer la relación; y en su recuento de los comentarios de Hostos sobre la estirpe de mujer a la cual perteneciera la mas sacrificada, visionaria y valiente de las dominicanas:


“Su esposa no es una mujer que desmaya fácilmente ante circunstancias adversas. ¡Si los hombres de este país fueran como ella, todo sería distinto!” (Pág.80).

Ejercicio de libertad creativa al cual tiene derecho todo aquel o aquella, que en la búsqueda de su razón de ser, de su dominicanidad, descubre en la familia Henríquez Ureña a uno de sus pilares fundamentales. Y vislumbra en Salomé, el ancho portón por donde acceder a la poesía; el tierno regazo donde acudir, siempre niños, a descansar el pensamiento, cuando esta media isla amenaza con ahogarnos con su proverbial pequeñez encarnada en los juegos de la astucia; con su renuncia a ser el gran pulmón que Salomé soñara.

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