Monday, May 10, 2010

09a Eduard Tejada: Preocupaciones sociopolíticas reflejadas en la obra Tiempo para héroes de Manuel Salvador Gautier

CONFERENCIA
"PREOCUPACIONES SOCIOPOLÍTICAS REFLEJADAS
EN LA OBRA TIEMPO PARA HÉROES"
Por Eduard Tejada
MSG habla durante la actividad
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BLOG
Taller Literario Francis Livio Grullón
Tenares, Provincia Hermanas Mirabal, República Dominicana
lunes 26 de abril de 2010
EL TALLER EN LA XIII FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO SANTO DOMINGO 2010

Exposición hecha en el Pabellón de Autores Dominicanos

25 de abril de 2010

Muy buenas tardes amigos y amigas.

El Pabellón de Autores Dominicanos de esta Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2010, me concede lo que constituye un honor y un privilegio, que asumo con humildad.

Así es, un honor y un privilegio para mí, alguien que da sus primeros pasos en la literatura, tratar con ustedes eso que subyace en esta grandiosa obra de Don Manuel Salvador Gautier, ganadora del Premio Nacional de Novela Manuel De Jesús Galván de 1993.

“Tiempo para Héroes” es una tetralogía, compuesta por las novelas: El Atrevimiento, Pormenores del Exilio, La Convergencia y Monte Adentro. Escritas por Gautier en la madurez, con la claridad de enfoque de quien fue testigo de esa época aciaga de nuestra historia republicana: La era de Trujillo.

Lo que vine a compartir con ustedes es una apreciación muy personal de “Tiempo para Héroes”, las reflexiones a que me condujo su lectura, acerca del pasado, el presente y el futuro de la sociedad dominicana.

En la primera novela, El Atrevimiento, se empieza a dibujar todo ese panorama de represión y limitación de las libertades imperantes en el régimen tiránico. A través de las vivencias de Guarionex y Publio José.

Pese a ser imaginarios, estos personajes son arquetípicos de la juventud de la época y específicamente de la clase media alta, hablando en términos sociológicos. Este primer aspecto es digno de análisis, pues no fue la primera ni la última vez en nuestra historia. El antecedente más conocido lo encontramos en Juan Pablo Duarte y los jóvenes que le acompañaron en la Trinitaria, pertenecientes a ese estrato social. En la actualidad, la tendencia ha continuado con expresiones como “Toy Jarto”, iniciativa también de muchachos de clase media y jóvenes profesionales que han asumido la defensa de la sociedad frente a amenazas de intereses malintencionados.

Este fenómeno me llama poderosamente la atención. Un punto de coincidencia en estos tres ejemplos es que son precisamente estos jóvenes que por su posición social tienen un mayor nivel educativo.

Y surge la pregunta: ¿por qué?

En días recientes, navegando por Internet, me encontré con un interesante artículo titulado “Sólo encendiendo la luz se supera el temor a la oscuridad. Cómo perder el miedo”, escrito por el físico, filósofo y humanista argentino, Mario Bunge.

Reflexionando sobre algunos de sus argumentos creo, que podremos aproximarnos a una respuesta a dicha interrogante.

Bunge nos dice: “El papel del miedo en la vida social es archisabido: quien pueda amedrentar, podrá dominar. Esto ocurre en todas las organizaciones, desde la barra de muchachos y la banda de delincuentes hasta el Estado, pasando por la empresa, la escuela, la Iglesia y el partido” .

Nicolás Maquiavelo, en su obra “El Principe”, analizó cómo se hacían obedecer los gobernantes y concluyó con su célebre expresión: “haciéndose amar por sus súbditos o haciéndose temer.”

Jean Paul Sartre, el famoso filósofo francés, describe a profundidad cómo es la vida en una sociedad sometida al miedo:

"El horror parecía estar afuera (...). Podíamos olvidarnos de él por un momento (...)
y advertíamos que no nos había abandonado. Calmo y estable, casi discreto, tenía tanto nuestros ensueños como nuestros pensamientos más prácticos. Constituía a la vez la trama de nuestras conciencias y el sentido del mundo; pero cuando estábamos sumergidos en el horror, se nos había hecho tan familiar que a veces lo considerábamos la tonalidad natural de nuestros estados de ánimo. ¿Se me comprenderá si digo que era a la vez intolerable y que nos adaptábamos muy bien a él?."

Rasgos de esta situación de miedo presente en la sociedad dominicana de esa época los podemos encontrar en varios pasajes de las novelas de “Tiempo para Héroes”. En la convergencia, la tercera de la tetralogía, se describe la realidad que vivía la sociedad dominicana, en los siguientes términos:

“Al comenzar el año 1959, la paz de Trujillo reinaba en el territorio dominicano. De manera absoluta, eficiente y corporal. Contribuían todos los mecanismos que por veintinueve años ejercían su dominio sobre la imaginación de los ciudadanos, ahogando sus iniciativas y amoldando sus fantasías hacia la imagen todopoderosa del Generalísimo.”

La paz de Trujillo nos hace recordar a La Paz romana (en latín, pax romana): “llamada también Pax augusta… un largo periodo de paz impuesto por el Imperio romano a los pueblos por él sometidos” , es decir, una paz lograda a sangre y fuego, “una situación en que una fuerza gobierna ejerciendo poder de forma unilateral, sin estar sometida a control alguno y sin respetar los derechos de aquellos a quienes gobierna.”

Me parece excelente esta alusión de Don Manuel, creo que retrata a la perfección lo que ocurría en el país. A veces, escucho a personas que vivieron la época, hablar hasta con cierto dejo de añoranza, de la seguridad ciudadana durante el régimen, de que podían dormir con las puertas abiertas, comentarios que se hacen más frecuentes cuando nos sentimos amenazados por las recurrentes olas de delincuencia callejera. Ahora bien, en la otra cara de la moneda, nos encontramos con ciudadanos adocenados, sin oportunidad de ejercer una verdadera ciudadanía.

Resulta interesante, lo dicho por Mario Bunge en el artículo que ya aludimos:

“El ciudadano asustado no puede ser buen ciudadano, porque teme cumplir con sus deberes cívicos, incluso el de informarse sobre ellos… Y las dictaduras pueden conseguir que los trenes marchen a horario, pero no que los ciudadanos gocen de sus derechos ni cumplan con sus deberes para con sus semejantes. En efecto: cuanto mayor es la coerción, tanto menor la solidaridad, porque el asustado se limita a sobrevivir.”

El autor Hussein Bulhan analiza este fenómeno a partir de los trabajos de Fanon, pensador neomarxista, notable por sus escritos acerca de la descolonización y psicopatología de la colonización. En la obra "Frantz Fanon y la sicología de la opresión", Bulhan plantea:

"Cuando la gente se somete a la opresión para preservar su vida biológica, invariablemente padecen un grado de muerte psicológica y social. Aunque su sobrevivencia física permanece tenue (...) su muerte psicológica y social continúa sin interrupción tanto tiempo como persiste su miedo a la muerte física (...) Todos los individuos son mortales y la muerte física podría a lo más ser pospuesta pero jamás evitada (...) Aquellos que temen la muerte física y se someten a la opresión invariablemente se condenan a sí mismos a una muerte psicológica, social e histórica."

En El Atrevimiento, buena parte de la trama se concentra en las estrategias desplegadas por un grupo de empresarios del Cibao, que en su interés de que se construyeran varias presas para regadío y energía eléctrica tuvieron que buscar apoyo hasta en funcionarios estadounidenses. Trujillo monopolizaba las iniciativas de desarrollo, por lo que constituía un peligroso desafío promover un proyecto que no respondiera a las conveniencias y apetitos del dictador. Veamos un fragmento de esta primera novela de la tetralogía, que nos ilustra al respecto:

“Trujillo no titubeó. ¡Tejera! El hombre de las presas. ¡Mira por donde había salido! Era hábil, y tenía agallas. ¿Qué podía venir a decirle? La decisión estaba tomada. Había que dar el ejemplo, e impedir que todos esos grupos de interés, ajenos a los suyos, se les desmandaran. Era un golpe ideal, destruir a un representante de la oligarquía santiaguera. No levantarían cabeza por mucho tiempo. Y los norteamericanos aprenderían a ser más cautos... ¡Pero qué cojones tenía el hombre! Utilizar la bella muchacha para que lo oyeran era realmente genial. ¿Y cómo lo hizo? La casa de un militar era un coto cerrado, donde los civiles no entraban. Escrutó las caras de sus coroneles, que lo miraban a su vez esperando su reacción.”

Los regimenes totalitarios imponen su voluntad a través del miedo y no sólo eso, justifican su existencia en él, se alimentan de él para sostenerse.

A Hermann Göring, político y militar alemán, miembro y figura prominente del Partido Nazi, lugarteniente de Hitler y comandante supremo de la Luftwaffe, una vez le preguntaron cómo hicieron los nazis para convertir a un pueblo tan culto en un rebaño al que podían dirigir a su antojo. Su repuesta fue: "Los convencimos de que el gran pueblo germano estaba amenazado de muerte por los bolcheviques, socialistas, judíos, ingleses y otros enemigos."

Indudablemente Trujillo también buscaba provocar miedo en la población, a fin de perpetuarse en el poder, presentándose como el único que podía proteger al país frente, por ejemplo, a la “amenaza comunista.”

En El Atrevimiento es digno de recordar el incidente que se produce a raíz de que uno de los protagonistas, confundido por el título, compra la novela “La Madre” del escritor ruso Máximo Gorki, obra de clara orientación socialista, como un regalo de cumpleaños para su madre.

El régimen montó toda una campaña para infundir miedo a la población, presentando a los expedicionarios como comunistas, que venían a abolir la propiedad privada, dividir a las familias e implantar el ateismo.

En la página 66 de la novela Monte Adentro, leemos:

“…en la mañana del día anterior, llevaron allí de una loma, el cadáver del mayor Enrique Jiménez Moya. Precisaban que en su mochila se encontró literatura roja. Libros de Konstantinov y de Liu-Chao-chi. No había dudas ya de que el comandante del Ejército de Liberación era un emisario del Kremlin. La invasión comunista había sido detenida. ¡Trulillo era el vencedor del comunismo en América!”

Frente a todo esto, la pregunta importante es: ¿Cómo vencer el miedo?

Lo que propone Bunge me parece apropiado:

“Siempre se ha sabido cómo hacer frente a los timórcratas o metemiedos: juntándose contra ellos. Lástima que haya que vencer el miedo para ponerse a salvo del miedo.”

Frente al miedo que infundía Trujillo en la sociedad dominicana, hacía falta una masa crítica que diera el primer paso. Un grupo de valientes. Iluminados por el conocimiento que su posición social les había permitido adquirir. Eso es lo que encontramos en los miembros de la raza inmortal, los héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, que Don Manuel Salvador Gautier ha sabido enaltecer con su obra.

El gran filósofo y poeta romano Lucrecio, lo resumió muy bien cuando dijo: “conocer para perder el miedo”.

Norbert Lechner, destacado investigador, politólogo y abogado alemán nacionalizado chileno, en un trabajo titulado: “Por un análisis político de la información”, nos dice:

"La información es amenazante en tanto actualiza la perenne sospecha acerca de los límites propios. Supera el miedo quien está informado sobre sus límites. Vale decir, quien conoce el punto de no retorno más allá del cual deja de ser él; más allá del cual es la muerte. Estableciendo el límite de la muerte, puede defender su vida. En posesión de sus límites el individuo es autónomo. (...) Lo oculto/ocultado hace de la relación de poder una relación de miedo recíproco. Los poderosos temen tanto la capacidad (clandestinidad) de los subalternos como éstos la omnipresencia invisible del poder."

Hay que decir que lo que se inicio como un movimiento social liderado por la clase media, fue incorporando a personas de todas las capas sociales. En La Convergencia, tercera novela de “Tiempo para Héroes”, encontramos un episodio que avala esta afirmación.

El capitulo 63 está dedicado a las incidencias de un encuentro que sostuvieron los conspiradores. En uno de sus párrafos finales, leemos:

“Había más gente en contra de Trujillo de lo que él suponía. Gente dispuesta a pelear y echarse arriba riesgos y responsabilidades. Gente que creía en el futuro del país. Esa gente ya se estaba organizando. Hasta cierto punto estaban representados en esta reunión. Los militares. Los obreros. La clase media.”

Se define movimiento social como “el esfuerzo organizado de un amplio número de personas que producen algún cambio social.”

Para los teóricos sociales: “Un sentido de injusticia es básico para los movimientos sociales. La visión de lo que debe ser se vuelve una licencia y un deber para violar las expectativas sociales y comprometerse en actividades no convencionales.”

Según datos estadísticos, la situación en la República Dominicana era la siguiente: “43.7% de la población carecía de toda educación y el resto considerado alfabetizado era en su mayoría analfabetos funcionales ya que sólo habían cursado los primeros cursos de la educación básica” y “las 3/4 partes de la población vivía en condiciones de pobreza y abandono bajo la dictadura.”

El objetivo inicial de los expedicionarios era derrocar a Trujillo. Pero también es sus mochilas traían un plan mínimo de acción, elaborado por el Movimiento de Liberación Dominicana (MLD), que pretendía provocar importantes transformaciones en la sociedad dominicana.

En la novela Monte Adentro, Publio José conversa con un campesino y trata de explicarle la agenda que él y sus compañeros desarrollarían:

“No era fácil hablarle a Honorio de dictadura, libertad, patriotismo. Sus valores no eran iguales a los de él. Y eso resultaba más evidente ahora que Publio José palpaba y dependía del medio en el que el otro había tenido que depender y subsistir desde que nació. Un medio hostil, aislante. Un medio impresionante por momentos, para disfrutar, pero no para vivir, trabajar y morir. Honorio no iba a entender esos conceptos. Sin embargo, le habló de las reivindicaciones de los campesinos, contenidas en el Programa Mínimo aprobado por el Movimiento de Liberación Dominicana. De la reforma agraria, con la cual los campesinos tendrían su propia tierra “de acuerdo al principio que establece la función de la propiedad privada”; de la organización de los campesinos en asociaciones, cooperativas o cualquier otra forma que asegurara se oyeran sus demandas; de la garantía al trabajo para toda la población, incluyendo a los campesinos, con una política económica equilibrada a nivel nacional. Se sorprendió, Honorio lo captó todo. A su manera.”

Los aspectos fundamentales del modelo de desarrollo que proponían Publio José y los demás expedicionarios (los reales), buscaban sustituir el modelo imperante en el régimen. En la novela Pormenores del Exilio, leemos:

“…la estructura de desarrollo dominicano de la dictadura se basaba en la falsedad de un éxito compulsivo, que se originaba en el monopolio y en el sometimiento de las fuerzas laborales, financieras y comerciales dominicanas. Su modelo debía evitar esto, basándose en el desarrollo racional de la riqueza natural de su país y en el control moral de las apetencias humanas de sus ciudadanos.”

Este es a mi juicio, uno de los puntos más destacables de “Tiempo para Héroes”. La preocupación de los expedicionarios por impulsar un proyecto de desarrollo nacional, luego de la sustitución de la dictadura por un régimen democrático.

Recientemente, ha provocado un gran revuelo una especie de cruzada que han emprendido descendientes del tirano, tratando de reivindicarlo. Frente a esta afrenta, creo que la lectura de una obra como “Tiempo para Héroes” es un acto de justicia, un necesario recordatorio de lo que realmente significó Trujillo para este país.

Les invito a todos y especialmente a los miembros de mi generación, que no vivió esa época, a que lean esta obra. Notable no sólo por su reconocido valor literario, sino también por constituir un poderoso testimonio de altruismo, de la visión de un grupo de hombres valientes, cuyo sacrificio debe ser recordado y servir de inspiración para nosotros y los que nos sucederán.

Frente a la grosera campaña de exaltación a Trujillo debemos proclamar de manera enérgica: No necesitamos más “figuras mesiánicas”, lo que si necesitamos son nuevos héroes que antepongan el interés general al particular.

Pienso que esta democracia en que vivimos, y por la que lucharon los héroes de 1959, requiere que continuemos la lucha, ya no para combatir una dictadura que atropella las libertades públicas; sino para enfrentar nuevas amenazas y nuevos desafíos.

La corrupción administrativa, el narcotráfico, las agresiones contra nuestros recursos naturales y nuestro medio ambiente, el poco interés de nuestros políticos en invertir lo necesario en educación, son señales ominosas para el futuro de nuestra patria.

Frente a esta realidad, que de alguna manera nos asusta, el llamado sigue siendo a la unidad de quienes amamos este país, que pretendemos quedarnos aquí. Es alentadora la nueva tendencia que se está dando con las llamadas redes sociales en Internet, que se han constituido en una poderosa herramienta para la creación de conciencia y la coordinación de esfuerzos.

Es tiempo de aprovechar las libertades que tanta sangre y sacrificio han costado. Para ejercer una verdadera ciudadanía, que exija a quienes nos dirigen, el diseño de una verdadera agenda nacional de desarrollo, que a mi juicio debe concentrarse en una fuerte inversión en educación, pues es de la única manera que nuestra democracia podrá hacer frente a los viejos problemas como la inequidad social y los nuevos retos que plantea lo que muchos denominan la era del conocimiento.

Como ciudadanos, no podemos tolerar el hecho de que la República Dominicana siga apareciendo en los últimos lugares en materia educativa, de acuerdo a las periódicas evaluaciones que realizan organismos internacionales.

Quiero concluir con unas palabras de Don Manuel Salvador Gautier, que constituyen una oportuna exhortación:

“Para todos los convencidos, llegó el tiempo de compartir la pasión con el motivo, la acción con el propósito.”

Muchas gracias.

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