Monday, June 21, 2010

15f Hecmilio Galván: Doi, El Muchacho

DOI, EL MUCHACHO
Por Hecmilio Galván
Hecmilio Galván habla
MSG impone a Hecmilio Galván
la Medalla al Mérito Cultural MSG80
MSG y Hecmilio Galván

LA VERSIÓN DE HECMILIO
Conocí a Doi, en su plena juventud. Digo juventud porque sólo un joven como era él, se atrevía o se atreve a hacer las cosas que hizo; como por ejemplo, cuando nos fuimos hasta Puerto Plata a discutir sobre la literatura y nos recibió Guillermo Pérez Castillo en aquella memorable tarde en la Casa de la Cultura, frente al Parque, y donde sólo queda en mi memoria la conversación sobre algún altar...pero sobretodo la mala noche de regresar, él conduciendo, esa misma noche para acá. Para esa fecha apenas tenía 73.
Yo usaba una boina para aquella fecha y acostumbraba a ir a la Feria del Libro, a tachar los encuentros literarios en el modesto programa de actividades. Afortunadamente Ángela Hernández coordinaba un Pabellón de autores, lleno de modestia, pero lleno de belleza. Como es ella, noble y grande en corazón.

Era un pabellón maravilloso donde se congregaba lo mejor de las letras, sin la fastuosidad, el aire acondicionado, los sacos, ni los edecanes.

Había ese día caluroso un formidable panel sobre la novelística dominicana; participaban Andrés L. Mateo y Manuel Salvador Gautier, a quien poco después de que terminara el evento, me acerqué para preguntarle si provenía del Este del país.

Lo cierto fue, que en la forma familiar de Gautier hablar, a mí, que tenía apenas meses viviendo en esta ciudad transitada y calurosa, contra mi voluntad, por cierto, no veía un capitaleño formal y correcto citadino sin pueblo ni carretas. Para mí se parecía más “queseyo” a un petromacorisano, esa fue mi impresión, tratando de buscar algún tipo de cercanía con lo que escuchaba.

Resulta que, por alguna pregunta que hice, le parecí un buen candidato para participar en una encomienda. Yo entonces no lo sabía. Pero Gautier tenía la misión de fundar un círculo literario en la capital, por lo que, tomó mi teléfono y a los pocos días me llamó.

Con la incorporación de un grupo de muchachos y muchachas fundamos, en el patio de Gautier, el Circulo Literario Francisco Javier Angulo Guridi, el que yo inmediatamente y haciendo asociación a mis ideas, (creo que fui yo quien sugirió el título), llamamos “Franja G”. Como un acrónimo del nombre de nuestro primer Novelista de “La Fantasma de Higüey” pero en clara alegoría a la Franja de Gaza, esa zona tradicionalmente combativa del Pueblo Palestino. ¿Quien iba a pensar que casi diez años después se iban a desatar tan grandes odios contra esta misma zona bloqueada y destrozada por la furia de la fuerza sin razón?

Recuerdo haber escrito y leído un manifiesto fundacional del circulo con grandilocuencia, que quizás el conservará, porque yo no. Gautier consentía mis ideas y mi rebeldía que talvez le parecieron extrañas para aquellos tiempos, llegando incluso a leer el manifiesto nuestro en una de las tantas reuniones que hiciera el Ateneo.

Fundar “la Franja G” fue una encomienda de Bruno Rosario Candelier, un incansable organizador literario. Un militante con aires de profeta de un mundo que se fue. De poco hablar, escribe, critica y promueve. El cumplió su tarea.

Por esa encomienda, como enviado al mundo terrenal, se propuso crear nuestro círculo, ahí nos juntamos, en un olimpo bajito y húmedo, la casa de Gautier, Denisse Marmolejos, Jeniffer Rodríguez, Alejandro González, Lourdes Billini, Pura Emeterio y Melania Emeterio y un servidor, aunque siempre teníamos invitados ocasionales y algunos más permanentes. Me perdonan si me olvide de alguno/a.

Comenzamos nuestras reuniones también en el Museo del Dibujo, reuniones los domingos en la mañana, donde discutíamos sobre literatura y otros temas, sueños de creación.

Doi, como un maestro, se tomaba la molestia de realizar recortes de periódicos de todos los suplementos semanales, los cuales nos entregaba copia a cada uno para que sirvieran como material de apoyo. Creo que conservo la carpeta que nos regaló donde los coleccionábamos.

También hacía acopio y nos entregaba textos pedagógicos como los de Milán Kundera y Guy de Maupassant. Estos y otros eran parte clave de la retahíla de documentos que Doi nos fotocopiaba todos los domingos sin mancar. Había que estudiarlos, aunque muchas veces fallábamos nosotros. Otras veces leíamos novelas que analizábamos, incluso con sus autores. Recuerdo que leímos y discutimos “Chat” de Pedro Camilo, “La Estrategia de Chochueca” de Rita Indiana y “La Carnada en el Anzuelo” de Luis Beiro.

Acostumbraba siempre a patrocinar nuestros viajes al interior, a las reuniones mensuales del Ateneo Insular, espacio fundamental de encuentro donde conocí a tanta gente extraordinaria que no olvidaré. Fueron muchos los viajes que hicimos. Aprovechando el tiempo del trayecto entre los puntos para tertuliar de los más diversos temas. Eso si la tertulia era casi siempre interrumpida por el pitillo del carro cuando Doi, por descuido, apretaba el acelerador (casi siempre llegando a Bonao) y el carro pasaba los 120km… y había que reducir.

Doi siempre ha sido un buen conversador. Además de hablar, sabe escuchar y asentir cuando otros tienen la razón. Es un hombre culto, y conversar con el siempre es una oportunidad de aprender. Pude aprender mucho.

Yo por mi parte siempre aproveché esos viajes, a los cuales nunca me negué, para conocer las entrañas del país. Siempre estuve dispuesto a ir...no importara que fuera a Monte Cristi, a La Romana o a Constanza. Regularmente había una reunión al mes. Después me dejaron de invitar, con toda la razón, cuando comprendí que difícilmente llegaría a ser un escritor, aunque Doi Gautier dice lo contrario, como motivador e instigador de los jóvenes que siempre ha sido y será.

¿Ustedes creen que todo terminó ahí?... No. No todo fue letras. En el 2006 cuando protestábamos contra la Isla Artificial, el mamotreto ese con que querían taparnos el horizonte. Doi Gautier estacionó su vehículo y se sentó en pleno malecón, en el pavimento, junto a un centenar de personas que no queríamos dejar que nos robasen el derecho de mirar el mar. Pero él no sólo se sentó. Fue uno de los que motivó que hiciéramos esas protestas. Un día me vio, no recuerdo donde, y al jalarme me dijo... ¿Ustedes no dejarán que suceda eso? Viniendo de él, un arquitecto consumado, no podía tener otra respuesta que la reflexión, que poco después se convirtió en acción. Hoy el principal promotor de esta Estafa, que fue Secretario Sin Cartera, está en un exilio, demasiado cómodo para lo que le correspondería en Najayo.

De los viajes con Doi, recuerdo algunos que fueron memorables, al menos para mí. Uno de ellos fue una reunión que se abortó, por falta de luz en La Mansión en la Cumbre de Puerto Plata, donde además de que participarían De la Rosa y Carpio y Agripino Núñez, se hizo demasiado presente la memoria el aire de las tres muchachas y el sonido de los garrotazos. Nunca olvidaré las conversaciones que se suscitaron esa noche y el recuerdo de esa casa fría y oscura, bajo el olor de las mariposas.

Otro encuentro memorable lo realizamos en Jarabacoa para discutir la novela “Cumbres Borrascosas”. Otro que no olvido fue el viaje a Constanza, pero, sobre todo, la noche congelada en el parque de este pueblo in tramontano con Carmen Pérez y otros más.

Pero la mayor parte de las reuniones fueron en Santiago, regularmente en Cuesta, en el Centro León o en Tesaurus desde donde nos trasladábamos hacia la Colina Interiorista. Uno de los que más recuerdo fue la reunión para analizar la novela de pedro Antonio Valdez, “La bachata del ángel caído”. Otro encuentro memorable en la Colina, fue uno que terminó como la fiesta de los monos, porque una escritora invitada por el mismo Doi, a quien no mencionaré, se molestó con él por haber hablado de sus antepasados y las cosas se acabaron.

Debo confesarlo, Doi es uno de mis padres adoptivos. Tengo la suerte de, en mis correrías de muchacho, haber sido adoptado por padres y madres que me han orientado y protegido. Que me han enseñado e impulsado a cultivarme. He tenido esa suerte en la vida.

De Gautier aprendí muchas cosas. Puedo citar, la disciplina y la puntualidad. Es un gran trabajador de la palabra. Lo hace con dedicación y disciplina. Aprendí la humildad que emana de sus acciones a borbotones. Doi está dispuesto a aprender como muchacho, de quien sea. La persistencia de ser un hombre que nunca se cansa. Valoré la honestidad, cualidad que lo distingue en su generación, en su práctica profesional, literaria y personal.

De Doi se puede destacar su apertura, su amor por la cultura y por la vida. Su gusto por la música clásica, la opera y el arte, pero, sobre todo, su buen humor, cosa que le permite vivir cada momento intensamente. Ese es Doi Gautier, un viejo que siempre será un Muchacho.

Muchas gracias.

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